Psicología criminal: ¿Cómo piensa un delincuente?
Muchas series y películas tratan sobre la criminalidad (CSI, por ejemplo) y hemos visto miles de veces cómo resuelven casos con la ayuda de un psicólogo. Se trata de la psicología criminal. Por otro lado, desde hace un tiempo los ataques terroristas que se viven en todo el mundo han supuesto que la psicología criminal cobre especial importancia para entender a los delincuentes, saber cómo piensan y capturarles. Por lo tanto, la psicología criminal se ha convertido en un importante instrumento para la administración de justicia.
La diferencia entre la psicología criminal y psicología forense
La psicología, en general, estudia el comportamiento humano en diversos ámbitos como el laboral, el social o el de la justicia. En este último ámbito no debemos confundir la psicología criminal y la forense, ya que aunque ambas sirven a la justicia son diferentes:
La psicología forense estudia la conducta y los procesos mentales de terminadas personas (presuntos delincuentes) para poder realizar un informe y testificar en un juicio sobre ese informe. El trabajo del psicólogo forense se centra más en el delincuente.
La psicología criminal, llamada también criminología, estudia el comportamiento de las personas que han cometido un delito y tratan de entender el por qué y el cómo. Es decir, estudia las conductas delictivas, los tipos de delincuentes y el fenómeno de la delincuencia en el ámbito de la sociedad. El trabajo del psicólogo criminal se centra en la víctima y en el delincuente.
La psicología criminal trata de averiguar qué es lo que impulsa a una persona a cometer un delito y por qué el castigo (la privación de libertad) no le hace renunciar a su voluntad de delinquir. Es decir, se realiza un psicodiagnóstico que permite establecer el tratamiento adecuado para cada paciente de forma que se facilite su reinserción.
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