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SEROLOGIA

La serología es el análisis de los sueros. El suero, por su parte, es la porción de la linfa o de la sangre que, tras la coagulación, sigue conservando su estado líquido. Lo habitual es que la idea de serología se vincule al suero sanguíneo.

A través de la serología, se puede estudiar la sangre para determinar qué anticuerpos hay presentes. El llamado examen serológico, de este modo, permite saber cómo el organismo reacciona ante una infección o ante la presencia de patógenos en el flujo sanguíneo.

Para realizar este tipo de exámenes, la serología puede analizar el suero o incluso la totalidad de la sangre. En el caso de que se emplee el suero, lo que se hace es someter la sangre que se coaguló previamente a un proceso de centrifugado que permite la eliminación de las células de la reacción.

Es importante destacar que, cuando existe una infección, los patógenos pueden estimular el organismo para que éste genere anticuerpos. La serología, al estudiar la sangre, permite la detección de estos anticuerpos.

La sangre que es sometida a análisis suele obtenerse de una vena del interior del codo. La persona que se encarga de la extracción aprieta la zona con una goma elástica para que la sangre se acumule en la vena, que pincha con una aguja. La sangre se almacena entonces en un recipiente esterilizado para el análisis de la serología.

Es importante señalar que algunas personas pueden llegar a sentir dolor durante la extracción de sangre necesaria para un examen de serología, aunque se trate de una molestia moderada. Por otro lado, lo más común es simplemente sentir el pinchazo, casi como si se tratara de la mordedura de una avispa, aunque sin el prurito posterior. Luego de la extracción, hay quienes sienten pulsaciones durante unas horas.

Si bien se trata de un procedimiento que realizan miles de personas especializadas a diario en todo el mundo, existen ciertos riesgos asociados a la extracción de sangre. En parte se deben a la diferencia en tamaño que existe entre las venas y las arterias de cada individuo, además de las que se evidencian dentro de un mismo paciente según el lado del cuerpo que se examine.

Todo esto dificulta el proceso y puede acarrear problemas de variada gravedad; entre los más comunes encontramos los siguientes: sangrado en exceso; sensación de mareo, la cual puede derivar en la pérdida de consciencia; hematomas, acumulaciones de sangre bajo la piel; infecciones, dado que la aguja rompe una parte de la piel, aunque pequeña.

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