El principio rector de la criminología es la prevención del crimen, por lo tanto su relación con el gobierno no debe ser distante, ella debe tender puentes y ayudar a las autoridades de las distintas agencias públicas a solucionar los problemas sociales. David Garland, Director del Instituto de Criminología de la Universidad de Nueva York postula un concepto de « criminología gubernamental » ; subrayando el compromiso múltiple que tiene la criminología, no sólo con la ciencia, la academia y el público sino también el compromiso con el estado, con la práctica de gobierno. Según Garland la criminología no debe rechazar las definiciones del estado, ya que éstas son reales y fácticas y devienen de la praxis y a su vez resalta el rol de la criminología como asesor político, de que el conocimiento criminológico debe estar a disposición de las políticas del gobierno, aunque a su vez nos advierte del peligro de la subsidiaridad de la criminología, que ésta sea tomada por el gobierno y que él nos diga a los criminólogos que debemos investigar.
La criminología ha de dar respuestas con rigor científico a los problemas políticos desde una perspectiva basada en la investigación y la evidencia. El criminólogo no debe vivir aislado, debe de salir fuera de las aulas yendo a la arena pública y hacer sentir el poder de su discurso académico y tratar de conquistar el corazón de los políticos y de la población sintetizando la investigación científica en principios de actuación. Hacer un discurso de nuestras propuestas que puedan llegar a los políticos y a la sociedad. Hoy en día la representación social de la criminología es poca. Normalmente el político tiene miedo a cómo reacciona el público, el criminólogo debe intentar explicar a la sociedad el porqué de las cosas y hacerles entender por ejemplo que un delincuente rehabilitado es una mejor inversión que construir prisiones.
Y la pregunta frecuentemente formulada ¿porqué necesitamos un criminólogo?. La respuesta es clara, por que necesitamos un especialista que con su crítica racional y reflexiva nos pueda iluminar en el problema de la criminalidad y de la prevención del crimen.
La criminología se ocupa de la sustancia centrándose en la técnica, en la investigación, en el debate, en la exploración, en el intercambio de ideas más no en la ejecución. El criminólogo es el arquitecto mientras que quién ejerce la política criminal es el constructor.
La política criminal es la disciplina que se ocupa de las formas o medios a poner en practica por el estado para una eficaz lucha contra el delito, y a cuyo efecto se auxilia de los aportes de la criminología y de la Penología.
Las áreas de actuación de la Política Criminal son muy amplias y variadas. Citemos únicamente algunas: seguridad ciudadana, derechos de sospechosos y procesados, sistema de justicia penal y modelo de justicia juvenil.
En un Estado como el actual, social y democrático de derecho, la prevención del delito constituye el objetivo esencial de la política criminal. Sin embargo, este objetivo estará siempre limitado por el respeto de los derechos fundamentales.
De vital importancia para conseguir resultados eficaces es que la Política Criminal se apoye en la investigación criminológica, con el fin de que se propugnen programas de prevención de la delincuencia y de la reincidencia que vayan más allá de la intervención del Derecho Penal. Nos referimos, claro está, a la implementación de medidas sociales y/o educativas.
En primer lugar, habrá que estudiar el fenómeno criminal que se pretende prevenir, incluyendo un análisis de las causas del delito. En una segunda fase será necesario analizar los mecanismos de prevención del delito. Todo este proceso se verá impregnado por una crítica de la normativa penal vigente, proponiendo nuevas reformas. Finalmente, se evaluará la política criminal para comprobar si es eficaz a la hora de prevenir la criminalidad.
Política criminal conjunta
Las actividades propias de la criminalidad organizada siembran un gran número de asesinatos en cualquier país de la América latina. Ecuador se encuentra en medio de los dos países productores de cocaína más informantes del mundo: Colombia y Perú. Con este tipo de criminalidad, resulta imprescindible hablar de una Política criminal conjunta entre los países productores y aquellos en los que transita y/o se vende la droga, con el fin de que la actuación sea eficaz.
Como vemos, una buena política criminal puede dar óptimos resultados siempre que no se legisle a golpe de encuestas electorales, como suele ocurrir en algunos países europeos. Se habla, en estos casos, de punismo populista. La falta de reflexión cuando se acometen reformas en el Código penal, tanto introduciendo nuevos delitos como aumentando la duración de las penas de prisión no conlleva necesariamente una disminución de la criminalidad, ni muchos, menos de la reincidencia. La única consecuencia cierta es la falta de confianza en los poderes públicos y la sensación permanente de inseguridad de la población, que contempla impotente cambios legislativos de dudosa eficacia.
KINOSITA GAMERO JAVIER /XV CONGRESO MUNDIAL DE CRIMINOLOGÍA /IMEN Y CRIMINOLOGÍA: INVESTIGACIÓN Y ACCIÓN/ BARCELONA 20-25 de julio del 2008/ https://www.estudiocriminal.eu/wp-content/uploads/2017/03/Crimen-y-Criminologia-Investigacion-y-Accion.pdf
ROMERO BEATRIZ/POLITICA CRIMINAL/ 24-04-2020/UNIRREVISTA/https://www.unir.net/derecho/revista/noticias/politica-criminal-criminologia/549204966556/
Comments